Los elementos son los pilares de nuestra existencia. En ellos basamos la creación de cada ser vivo. Representan áreas en nuestras vidas, en nuestros cuerpos y sistemas. Forman el ciclo eterno de la vida y la muerte. Y cada uno comparte una gran sabiduría desde el principio de los tiempos.

 

Como dice Aidualc Galliani, el éter representa el espíritu que habita todo. La energía primordial de donde nacemos, y volveremos. El fuego, que sigue en densidad, es la chispa divina. La energía de impulso que nos lleva a expresarnos. El aire es nuestro plano mental. Donde nacen las ideas de todas las perspectivas posibles. El agua representa el cuerpo emocional. Orgánico e irreprimible, sensible y fluido. Y la tierra, la última en densidad. Donde las ideas se manifiestan y toman forma. Donde vemos el conglomerado y la energía tangible.

 

A través del movimiento podemos conectarnos profundamente con cada uno de los elementos. Encontrar el lenguaje que hablan del cuerpo. Al escucharnos a nosotros mismos solo desde el plano de la lógica y la razón, dejamos de lado otras perspectivas de nosotros mismos. Perspectivas que nos muestran un camino desde el corazón, desde el amor propio y la sabiduría interior. El estado meditativo nos permite apagar la voz del ego y comenzar a escuchar ese ritmo natural que cada uno late. El sonido cambia nuestra frecuencia y nos liberamos a su vibración.

 

En cada sesión entraremos en un estado meditativo profundo comenzando con una meditación guiada, y nos sumergiremos en el baile hacia un viaje hacia cada elemento: El Fuego Interior, El Océano en mí, Soy Brisa, Raíces Profundas, El Vacío. Dejándonos llevar por el cuerpo, escuchando su historia.