Javier Zavala, el ayahuasquero que será parte de nuestro retiro Viaje Profundo, nos habla sobre sus primeros contactos con el Ayahuasca y sobre cómo decidió convertirse en chamán. Esta es la primera parte de la extensa entrevista que tuvimos con él. (Entrevista y fotografía por Mauricio Gil)
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¿Cuál fue tu primer acercamiento a las plantas maestras y medicinales?
Las primeras experiencias las tuve cuando era un niño, gracias a mi abuela, quien trabajaba con tabaco y hojas de coca. Cada vez que enfermaba, ella usaba las plantas para sanarme. En sí, ella usaba la medicina naturalice se emplea en los Andes peruanos. Pero, en realidad, mi abuela aprendió todo de su mamá: ella era una partera y ayudaba a la gente con diferentes plantas medicinales. Puedo decir que ellas dos son la raíz de lo que hago ahora como ayahuasquero.
¿Entonces siempre tuviste contacto con plantas maestras?
No realmente, porque a mis padres no les interesaba. Sin embargo, cuando comencé a estudiar psicología empecé a viajar mucho, sobre todo a Ayacucho (ciudad de la sierra peruana), lugar donde nacieron mi abuela y bisabuela. Allí tuve contacto con comunidades que aún practicaban rituales de sanación a través de plantas maestras, por lo que mi interés y atención de la cosmovisión andina creció a partir de ahí.
¿Fue en Ayacucho donde tuviste tu primer contacto con el Ayahuasca?
No, fue en Puerto Maldonado (selva en el sur de Perú), gracias a mi hermana. Ella es antropóloga y en ese tiempo trabajaba con comunidades que utilizaban Ayahuasca. Fue entonces que me invitó para que fuera parte de un ritual, pero sólo como espectador. Yo tenía 20 años, junto con muchos prejuicios y desinformación respeto a esta planta. Pero, a pesar que me asustó un poco y no tomé Ayahuasca esa vez, sentí algo único cuando escuché los Ícaros (cantos que utilizan los ayahuasqueros durante los rituales): fue como si me invitaban a seguirlos. Entonces, a partir de ahí, decidí tomar Ayahuasca en las siguientes ceremonias durante mi estadía en Puerto Maldonado.
Cuando decidiste participar activamente de las ceremonias, ¿sentiste una conexión inmediata con las enseñanzas del Ayahuasca?
No. No fue hasta la tercera ceremonia en que se abrió el portal. Las dos anteriores fueron meramente purificación física. Pero en la tercera y que las siguieron fue cuando reconecté con mi abuela: se me apareció un una visión pidiéndome que aprendiera sobre el conocimiento de las plantas maestras para sanarme a mí mismo y a otros. Así, luego de terminar la universidad y con 23 años de edad, me mudé a Tarapoto para trabajar en un centro que utilizaba Ayahuasca para rehabilitar personas con problemas de drogas.
¿Fue ese un momento clave en tu relación con el Ayahuasca?
Definitivamente, porque fue en Tarapoto cuando conocí al ayahuasquero Guillermo Jarama, quien me guió en un viaje más profundo con la planta para trabajar en mi ser interior. Durante los rituales, empecé a ver y entender mis miedos y apegos irresolutos, mis resentimientos hacia personas y otros programas negativos de mi mente. Supe y entendía que el Ayahuasca se estaba haciendo cargo de mí y purificando mi espíritu. Me estaba enseñando a dejar ir. En momento, sentí a la misma voz del Ayahuasca: para poder ayudar a otros primero tienes que sanar tu cuerpo y tu energía, luego te enseñaré.
Entonces, en otras palabras, sentiste que el Ayahuasca te pedía convertirte en ayahuasquero.
Sí, y no fue un camino fácil. Comencé con las dietas en la soledad de la montaña y, cada seis meses, buscaba a maestros ayahuasqueros ancianos, para que ellos me guiaran y me dieran reflexiones sobre si realmente ese era el camino que tenía que seguir en mi vida. Fue en el proceso de dietas donde me volví más intuitivo y donde el Ayahuasca me enseñaba cómo trabajar con ella y con otras plantas maestras. Sin embargo, uno de los principales aspectos a vencer era mi miedo de ser responsable de otra gente y guiarlas en los rituales. No es algo que te puedas tomar a la ligera. Me tomó seis años de preparación, dietas y sanción en decidir ser un ayahuasquero y empezar a guiar pequeños grupos de gente.
¿Cómo definirías la manera en que tú trabajas con el Ayahuasca?
Es verdad que cada ayahuasquero tiene su propia manera de trabajar con la planta. A pesar de haber trabajado durante 8 años con gente con problemas de drogas y haberme enfocado en ayudarlos en sanar su angustia, ahora pongo mi energía en ayudar a las personas a que encuentren su propio camino en la vida, a que esclarezcan sus horizontes como individuos y a resolver problemas emocionales.
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